1.- La felicidad (II) – Mo Gawdat… Chief Business Officer de Google
Existe una palabra que ha atormentado a la humanidad desde el día en que se transformó en sociedad. Esa palabra es EGO.
En un mundo sin ego en el cual no importara cómo nos perciben los demás, nos dedicaríamos a dar lo mejor de nosotros mismos y conseguir los mejores resultados independientemente de cómo nos vieran los otros.
¿Por qué nos esforzamos tanto en beber de una bella copa cuando lo único que deseamos es un buen café? Si quieres vivir una vida sin estrés, ignora la copa y… disfruta del café.
Los personajes negativos se alimentan de sentimientos relacionados con la culpa, la vergüenza, la autocompasión o una autoestima degradada. Suelen decir: “Estoy gordo”. “Soy muy feo”. “Soy chaparro”. “Soy muy tonto”. “No merezco ser amado”. Y muchos más.
Desaprobar a otro es la forma más fácil de sentirse superior. No requiere la dura labor necesaria para mejorar. Basta con pensar mal de otra persona.
Nunca complacerás a todos. Busca a aquellos a quienes les guste tu verdadero yo e invítalos a acercarse. Los demás no han de importarte. Sé tú mismo, sin importar lo que digan. Despréndete de todas las versiones y ama tu yo real.
2.- La vida es demasiado corta… Robin Sharma
La vida es demasiado corta para ser modestos con vuestros talentos.
Cada uno de vosotros tiene algo que decir en su vida. Cada uno de vosotros tiene un instinto de la excelencia en su espíritu.
Vuestras excusas son seductoras, vuestros miedos, mentirosos y vuestras dudas, ladronas.
No importa dónde estéis en la senda de vuestra vida, no dejéis que el dolor de un pasado imperfecto obstaculice la gloria de un futuro maravilloso. Sois mucho más poderosos de lo que os podáis llegar a imaginar.
Las ideas no valen nada si no van acompañadas por una puesta en práctica. El paso más pequeño para implementarlas tiene más valor que la mayor de las intenciones.
La seducción de la complacencia y de una vida fácil es cien veces más cruel que una vida en la que lo das todo y adoptas una postura inquebrantable para conseguir tus mayores sueños. “La vida de primera clase empieza donde termina tu zona de confort”.
El lugar donde reside el mayor de vuestros desasosiegos es a la vez el rincón donde se encuentra vuestra mayor oportunidad.
3.- Todavía joven… Daniel Lozano
Se le escapaban los días entre los dedos de su vida, incapaz de cerrar el puño y comenzar a guardar los minutos que perdía pensando «qué hubiese pasado». La letra con la que escribía sus días comenzaba a torcerse, a enredarse y volverse incomprensible, por lo que sintió la necesidad de poner un punto y aparte, antes de que el relato, adquiriendo excesiva autonomía, le relegara a un papel secundario.
Se acercaba a esa parte de la vida en la que cada decisión define un camino, provoca un futuro y construye un recuerdo, y no veía el momento de dar el primer paso, dejar atrás el presente y derruir los recuerdos que le impedían olvidar.
Sentado sobre la cama frente al espejo del armario de su habitación se quedó mirando sus manos como en un ejercicio improvisado de quiromancia, tratando de leer alguna señal, imaginando cuántos objetos, texturas y pieles tendrían que recorrer todavía a lo largo de su vida. Pensaba que muchos años después, cuando la vejez llenara de arrugas sus manos, volvería la vista a estos años convencido de que toda la incertidumbre y la espera habían tenido un sentido. Parecerían ridículas entonces, las dudas y las preocupaciones que ahora rondaban su cabeza.
Miró al frente y en el reflejo creyó ver a ese anciano triste, envuelto en remordimientos por no haber sabido sacar minutos a las horas y horas a los días, por haber dejado pasar los años sin decidirse a tomar las riendas de su vida.
Pero él todavía era joven, joven para fracasar estrepitosamente, para pensar que las decepciones fuesen definitivas, para rendirse sin agotar todas las posibilidades y para encaramarse a un sólo deseo como si su felicidad dependiera únicamente de conseguirlo.
Y así, cuando llegó el momento como cada tarde entre las siete y media y las ocho menos cuarto, y ella apareció envuelta en su gabardina y camuflada tras sus gafas de sol, él ya se había encargado de forzar las casualidades necesarias para no cenar solo esa noche.
4.- 48 horas… Daniel Lozano
Pensaba que, a estas alturas, la vida ya había perdido toda capacidad de sorprenderle. Su propio historial de momentos que habían marcado una diferencia o habían tenido algún significado, así lo confirmaba. Al final llegaba a la conclusión de que daba igual cuánto se esforzara por imaginar o predecir el siguiente paso, siempre surgía un imprevisto que mejoraba sus pronósticos.
Se aproximaba a otro de esos momentos cruciales en los que una decisión importante iba a ser tomada, lo sentía ya en sus dedos y en sus talones. En pocas horas, el veredicto determinaría cuestiones tan importantes como la ciudad donde viviría, las siguientes personas que conocería o aquellas con las que ya nunca se encontraría, las experiencias con las que nutriría el guion de su vida y de las que surgirían las historias que contaría a sus nietos. Lo único malo era que esa decisión no era suya.
Recordaba que una vez un profesor les contó en clase que el motivo por el que conoció a su mujer fue que le faltó medio punto para estudiar la carrera que quería. Al no ser admitido, se fue a estudiar a otra ciudad y allí conoció a la que había sido su compañera en los últimos y felices diez años de su vida.
¿Por qué enfadarse entonces por los fracasos o lamentarse por las decepciones?, ¿qué sentido tiene aferrarse a aquello que pensamos que es lo mejor para nosotros? Quizá sea más sensato despreocuparse y dejarse llevar por la mano providente que siempre termina conduciéndonos al origen de los mejores momentos de nuestra vida. Por algo dicen que los mejores planes son los imprevistos.
Entre la tranquilidad y la incertidumbre, miraba de reojo su teléfono móvil esperando ver iluminarse la pantalla y escuchar sonar aquella melodía, que al descolgar le volvería a recordar que la vida es emocionante.
5.- Agua mágica para el rey… Desconozco el autor
Érase una vez en un antiguo reino, que existió un rey que tenía tres hijos. Un buen día, el rey cayó bajo una terrible enfermedad y, con el paso del tiempo, perdió las ganas de comer, de reír y hasta de conversar. Preocupados por la salud de su padre, los tres príncipes buscaban cualquier remedio que ayudara a curarlo, pero todos sus intentos eran en vano. Cuando ya no sabían qué hacer, se les acercó un extraño anciano, y les dijo lo siguiente: “Vuestro padre sufre una grave enfermedad, una enfermedad que sólo se cura con un agua mágica”. Y tan pronto como terminó de hablar, el anciano desapareció ante los ojos de los príncipes.
Sin dudar ni un segundo, el mayor de los hermanos ensilló su caballo y marchó a toda velocidad hacia el bosque. A mitad de camino, se tropezó con un duendecillo azul que cruzaba el camino justo en ese momento.
– ¿A dónde vas, jovenzuelo? –preguntó el duende.
– ¿A ti qué diablos te importa, enano? ¡Quítate de mi camino! –gritó el príncipe sin contemplación.
Pero aquel duende era una criatura mágica, y tanto se enfureció por aquella respuesta que maldijo al chico desviando su camino hacia un bosque encantado. Al ver que su hermano no regresaba, el mediano de los príncipes decidió ensillar también su caballo y salir a buscar el agua de la vida para su padre. Cuando cruzaba el bosque a toda velocidad, volvió a aparecer de repente el duendecillo mágico.
– ¿A dónde vas, jovenzuelo?
– ¡Aparta imbécil, no tengo tiempo para preguntas estúpidas!
El duende no pudo contener su enfado, y nuevamente lanzó una maldición para el príncipe enviándolo hacia el bosque encantado. Finalmente, el más pequeño de los hermanos también decidió probar su suerte, y tras ensillar su caballo partió por el mismo camino hacia el bosque. Al ver que se acercaba, el duende azul salió a su encuentro.
– ¿A dónde vas, jovenzuelo?
– He de buscar el agua mágica para curar a mi padre pues está gravemente enfermo, pero no tengo la menor idea de dónde pueda encontrarla.
“Yo te lo diré”, exclamó el duende con alegría, pues finalmente alguien le había tratado con respeto y consideración. Tras una breve explicación, el príncipe entendió todo lo que tenía que hacer y se puso en marcha nuevamente. Así, anduvo dos o tres horas caminando hasta llegar a un castillo embrujado en lo más profundo del bosque. A la entrada de aquel castillo, estaban dos leones enormes y feroces, pero el príncipe no tuvo miedo, pues el duende le había dado una varita mágica y dos grandes trozos de carne. Con la varita mágica, el chico pudo abrir la puerta principal del palacio, mientras que la carne sirvió para entretener a los leones.
Antes de entrar al lugar, el príncipe recordó las palabras del duende: “A las doce de la noche, las puertas del castillo se cerrarán y quedarás atrapado para siempre. Date prisa y no demores en salir”. Y así lo hizo el valiente joven. Tras atravesar un largo pasillo, el príncipe pudo encontrar finalmente la fuente del agua mágica, y sin tiempo que perder, recogió un poco de aquella agua en un frasco de cristal y se dispuso a salir del lugar a toda velocidad. Sin embargo, en ese momento, se apareció ante los ojos del chico una hermosa muchacha de cabellos rubios como el oro.
“Gracias por venir a rescatarme. Llevo mucho tiempo en este lugar hechizado y pensé que jamás podría salir. Sé que no tienes tiempo, pero si vienes antes de un año, me convertiré en tu esposa”, y dicho aquello, el príncipe no tuvo más remedio que apurarse para salir del castillo, no sin antes prometerle a aquella muchacha que regresaría a buscarla lo más pronto posible.
Camino de regreso, el príncipe se topó nuevamente con el duende, a quien agradeció por su gran ayuda y le pidió que, por favor, trajera de vuelta a sus hermanos. Como aquel personaje no era un duende malo, liberó a los dos príncipes mayores, y regresaron los tres hijos para encontrarse con su padre. En poco tiempo, el rey se recuperó completamente, y para celebrar su sanación, convocó a un gran banquete. Sin embargo, el más pequeño de los príncipes se mostraba triste y pensativo. No había podido olvidar a aquella hermosa muchacha del castillo encantado. Cuando su padre le preguntó, el más pequeño de los príncipes les contó toda la historia, pero como sus hermanos eran muy envidiosos, se adelantaron para rescatar a la princesa. De esta manera, los jovenzuelos llegaron al castillo embrujado, donde la hermosa muchacha había colocado una larga alfombra de oro a la entrada, advirtiéndole a los guardias que no dejaran pasar a nadie que no caminara por el centro de dicha alfombra.
El más grande de los hermanos se dispuso a entrar al castillo, no quiso estropear la alfombra de oro y decidió caminar por el borde del pasillo, pero los guardias le negaron la entrada al momento. El príncipe mediano también quiso probar suerte, pero al ver la alfombra de oro pensó que sería mejor entrar al castillo por otra puerta, y también le negaron la entrada.
Finalmente, llegó el más pequeño de los hijos del rey, y al ver a lo lejos a la princesa no pudo contener su alegría y atravesó el castillo sin darse cuenta de la alfombra de oro que descansaba sobre el piso. Así, quedó demostrado una vez más que el Amor triunfa por encima de todo, y por supuesto, los dos jóvenes se casaron tan pronto llegaron al reino, y fueron muy felices para el resto de su vida.
6.- Mañana, cuando despierte… Daniel Lozano
La incertidumbre no me deja dormir. Éste sería un domingo cualquiera, si no fuese porque el día que le sigue no será un lunes normal. Probablemente me toque guardar en la memoria esta fecha para la posteridad o se convierta en un recuerdo que no pueda borrar, aunque lo intente con todas mis fuerzas.
Lo que tengo por seguro es que, en algún momento de esta noche, mientras mi cuerpo yazga en la inerte inconsciencia, algo en mi vida habrá cambiado de repente, quién sabe si para siempre. El problema es que no puedo dormir.
En silencio y a oscuras espero, con más lucidez de la que me gustaría, a que el señor Sandman esparza la arena del sueño sobre mis ojos. Tengo la tentación de mirar el reloj, pero sé que si lo hago perderé también los nervios. Pienso en todas las noches de Reyes hasta los diez años, en la noche antes de la Selectividad, mi primera noche viviendo fuera de casa, la noche antes del primer día de trabajo, y en todas las vigilias de días importantes de mi vida en que todavía tendré que lidiar con el insomnio.
Cuando era pequeño se añadía otro problema: el miedo a la oscuridad. Pero con el tiempo aprendí a convivir con los monstruos que habitan bajo mi cama; entendí que, si no les das de comer con tu imaginación, ellos terminan muriendo de hambre o simplemente huyen a la habitación de otro miedica.
Ahora, en cambio, me gusta el silencio y la oscuridad. Es la única forma de escuchar mis pensamientos, refutarlos y dejarlos ordenados para que nadie los cambie. Es el problema del mundo: el ruido y el exceso de imágenes no dejan a la gente pensar y terminan actuando por imitación y no por convicción.
A cada segundo que pasa, voy descontando los minutos que quedan hasta que suene el despertador y sé que cuando eso ocurra y el cansancio no me deje poner los pies en el suelo, me acordaré de este momento y desearé no haberme quedado desvelado, pensando en tonterías. Pero supongo que, siendo mañana un lunes especial, esto no me importará. Porque tendré más motivos para levantarme que para quedarme perezoso entre las sábanas. Porque mañana, cuando despierte, por fin se habrá llenado ese rincón de mi mente, que he mantenido reservado durante tanto tiempo. Ese hueco tan cercano al lugar donde se segrega la alegría, la ilusión y la sensación de plenitud.
Pero todavía queda un obstáculo, aún me queda lo más complicado: lograr conciliar el sueño.
7.- El cerdito verde… Desconozco el autor
Había una vez una bonita granja en la que convivía una gran familia de cerdos; eran muy felices. La causa de tal felicidad radicaba en que en la granja tenían todo cuanto necesitaban para vivir plenamente como cerdos. No les faltaba el pienso ni ningún otro alimento, así como tampoco el agua y el barro que necesitaban para revolcarse y divertirse de lo lindo. Sin embargo, esa armonía se rompió un día por un suceso que nadie pudo explicar. De una de las cerdas más bellas salió una camada de cerditos, todos muy bonitos, pero uno misteriosamente verde, igual de lindo, pero con ese color nada habitual para un ejemplar de la especie.
Todos reaccionaron de inmediato de la misma manera. Rechazaban al cerdito por su color verde, que lo hacía diferente a todos, y en tal sentido lo marginaban de todas las rutinas que normalmente desarrollaban. Al principio esto no preocupó al cerdito verde. Consideraba que era normal que lo dejasen de lado por ser el más chiquito y aunque no participaba en las actividades del resto de la familia, se las arreglaba para hacer sus días divertidos en la granja. Para ello se encaramaba en árboles y en el tejado de la casa, se dejaba caer sobre pilas de paja, entraba al granero a jugar con las gallinas y hacía un sinfín de actividades más, nada comunes para un cerdo.
No es que no le gustara revolcarse en el barro, es que no podía porque la familia no lo dejaba. Así pasaron unos meses y el cerdito se volvió uno de los pequeños más grandes y fuertes de la familia.
A pesar de ello siguió siendo marginado. Comprendió que el rechazo hacia él se debía a su diferencia, que para él era leve y nada extravagante, y no al hecho de que hubiese sido el menor de sus hermanos. Caer en el entendimiento de esto le provocó una gran tristeza durante muchos días. No obstante, repuso su ánimo y retomó con más intensidad que antes las actividades que le hacían tener días felices. Los cerdos mayores, al ver esto, no soportaron más la felicidad de un cerdito que para ellos había roto la armonía familiar y ahora los abochornaba con sus extravagancias y conducta impropias de un cerdito, como si no fuera suficiente el hecho de que era verde y eso para ellos mancillaba el prestigio y la armónica belleza rosadita de la familia.
Cansados de él, los cerdos mayores decidieron expulsarlo de la granja. Le dijeron que se marchara, que era un engendro de la naturaleza que sólo deshonraba a la familia, y que si se atrevía a volver por allí la pasaría realmente mal. Tras esto el cerdito de color verde no pudo reponerse de la tristeza. Había sido obligado a abandonar el lugar que lo vio nacer y, en consecuencia, a vagar por el mundo sin rumbo fijo ni destino al cual ir.
Tras andar y desandar por un denso bosque durante unos días, el cerdito vio una bella pareja de ciervos ya mayores. Quedó encantado con la belleza y cornamenta de tan majestuosos animales, mas no se atrevió a interrumpir lo que hacían y se quedó en una esquina de un descampado. Sin embargo, los viejos ciervos se percataron de su presencia y lo observaron detenidamente con una mezcla de asombro, gracia y admiración. Nunca habían visto algo tan curioso, pero a la vez tierno, como un cerdito de color verde. De pronto se percataron de que el animalito estaba sollozando y sin dudarlo se acercaron a él y le preguntaron qué lo acongojaba.
El cerdito, con el tono de la esperanza, les platicó su historia y ganó la solidaridad en sentimiento de los ciervos, que casualmente nunca habían podido tener descendencia y vieron cómo esa extraña, pero agradable criatura despertaba sus instintos paternales.
Por ello propusieron al cerdito que viviese con ellos en el bosque, donde los tres podrían ser muy felices y vivir en familia, esa de la que por distintas causas los tres habían sido privados.
Por supuesto, el cerdito aceptó gustoso y desde entonces habita en el bosque junto a los viejos y muy bellos ciervos. Cuentan los que han pasado por allí que aún puede verse a esa insólita familia, lo mismo tirados descansando en cualquier descampado, que disfrutando de un baño en una laguna o correteando de un lugar a otro, radiando libertad y felicidad.
Ello demuestra que no importa cuán diferente seamos ni las cosas de las que hayamos sido privados. La felicidad y la realización de nuestras vidas radican en nosotros mismos y en las acciones que hagamos para potenciarlas y hacerlas extensivas a los demás.
8.- Si no hubiera mañana… Daniel Lozano
Apagué la televisión y subí a la terraza. El cielo enrojecido, como herido de muerte, era el preludio de la oscuridad, que no tardaría en llegar. Las nubes se cernían sobre el horizonte como un telón que desciende lentamente preparando a los espectadores para el aplauso final. bajo, en la profundidad de la calle, las personas se movían con más prisa de la habitual, con una agitación propia de la incertidumbre, alimentada por la superstición. Todos los informativos hablaban de ello, era la comidilla en la oficina, el chiste del día en las radios, el trending topic mundial, una oportunidad comercial más para los negocios.
Hoy era ese día en el que muchos habrían hecho algo por primera vez, como si fuera la última. A esta hora de la tarde se sucederían las cenas familiares, las llamadas a larga distancia, los delitos, los actos sexuales, los suicidios y las colas en los confesionarios, por si las moscas.
Un amigo me dijo una vez que, si mañana fuese el fin del mundo, él seguiría viviendo como si no lo fuese. Sólo aquellos que no han vivido con templanza se arrepienten de lo que les ha quedado por hacer.
Con las primeras gotas cayendo del cielo decidí volver a mi habitación, pensando que nunca me había imaginado un final catastrófico; más bien un rápido letargo o un desvanecimiento lento, el tiempo justo para poder rezar un padrenuestro y alguna jaculatoria breve, si Dios no nos pillaba confesados.
Haciendo un breve repaso por mi vida, comprobé que ya había cumplido todos los objetivos que me había propuesto a mi edad. Había sido feliz y había estado triste, me amaron y también me rechazaron, saboreé el triunfo en el mismo vaso que el fracaso. Y ya rendido en la cama, puse el despertador a las siete y cuarto, como siempre, y pensé que, si no hubiese mañana, mi vida ya habría valido la pena.
9.- Pensamientos y frases: ¡A reflexionar!…
Cometer el peor error es la mejor lección que puedes recibir.
Si actúas como víctima, serás tratado como tal. – Paulo Coelho
La peor mentira se esconde bajo el silencio.
La reflexión es el mejor antídoto frente a los problemas.
La peor experiencia es la mejor maestra. – Kovo
Si no te gusta algo, cámbialo. Si no lo puedes cambiar, entonces cambia tu actitud.
La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.
El peor enemigo que puedes llegar a tener eres tú mismo.
Reflexiona todo el tiempo que necesites, pero actúa todo lo rápido que puedas.
La vida no se trata de encontrarte a ti mismo, sino de crearte a ti mismo. – George Bernard Show
Aprender sin pensar es como sumar sin números.
Si quieres ser rico no te enfoques en ganar dinero, sino en disminuir tu avaricia.
Una persona digna prefiere vivir un segundo de pie que arrastrarse toda la vida de rodillas.
Las peores equivocaciones surgen de nuestro juicio.
Nunca actúes sin reflexionar. – Buda
La suerte es el resultado de la suma de intentos, fracasos y perseverancia.
Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta años para aprender a callar.
Tu mejor maestro, es tu mayor fracaso.
Puedes quejarte de que la rosa tiene espinas, o alegrarte de que las espinas vayan acompañadas de rosas.
Si quieres el éxito a tu lado: 1. Debes pensar 2. Crea tantas oportunidades como necesites 3. Deshazte del miedo a fracasar.
No jures durante la prosperidad, no tomes decisiones durante el pesar y no respondas durante el enfado.
Cuanto menos necesites, más rico serás.
Un ser humano no muere cuando su cuerpo nos deja, sino cuando ya no existen recuerdos sobre él.
La esperanza es la primera razón para dar todo.
Cuando envejezcas no te arrepentirás de lo que hiciste, sino de lo que no hiciste.
Las personas suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo cambian. – Steve Jobs
Sólo los fuertes tienen la capacidad de perdonar. – Gandhi
La disculpa no siempre es el reflejo de la razón, sino el de nuestro amor por encima del ego.
Lo mejor no es tener un amigo que resuelva todos tus problemas, sino uno que no te deje solo para resolverlos.
10.- Sobre la Vida… Frases para reflexionar
Los problemas de mi vida me hicieron madurar, los éxitos me dieron humildad, y los fracasos me hicieron avanzar.
No importa si no creen en ti, hazlo porque puedes, y podrás porque en realidad quieres.
La mejor manera de vivir por la eternidad es saber disfrutar cada instante al máximo.
Vivamos el presente, desatando las ataduras del pasado y mirando las riendas del futuro.
Si algo no te gusta, tú tienes el poder de cambiarlo; la decisión está en ti.
Nos atormentamos pensando en el que dirán y nos olvidamos de que es la única oportunidad de hacer lo que siempre quisimos hacer.
No es más grande aquel que nunca ha fallado, sino quien a pesar de haber fallado nunca se rindió.
No hagas las cosas sólo por dinero o fama, sino para ser recordado por lo que has hecho.
Todos nos apoyamos en algo o alguien para lograrlo.
El hecho de que sigan naciendo bebes en este mundo, significa que dios sigue teniendo esperanza en nosotros.
Agradece cada momento que estás viviendo, ya que no se sabe cuándo podría convertirse en un lindo recuerdo.
La verdad siempre sale a luz, pero hasta entonces debemos seguir luchando y no con palabras sino con acciones.
Hay que ser como las estrellas que, aunque parece que desaparecen en la noche oscura ellas se esfuerzan por brillar con todas sus fuerzas.
Pensé que el amor era solo entre personas, estaba realmente equivocado, el amor lo puedes sentir hasta con el ser más pequeño de este mundo.
El enemigo para avanzar en la vida es el ego, porque el ego mata sin que nos demos cuenta.
No digas todo lo que piensas, mejor medita todo lo que digas.
Mientras hagas lo que es importante para ti, nunca perderás el tiempo.
Cada vez que vemos una gota de agua nos olvidamos del océano de donde vino.
Aunque parezca que no tenemos nada, que estamos acabados, tenemos bendiciones muy importantes: Dios, la familia, los amigos y personas que confían en nosotros; eso basta para conseguir lo que queremos, porque mientras exista alguien confiando en nosotros, siempre tendremos la fuerza para seguir adelante.
No importa que tan bueno sea el exterior de un fruto; aprecia y disfruta el interior.
Nuestras vidas se definen por lo que hacemos, no por lo que dicen que somos.
Ten en cuenta que las grandes y más increíbles cosas siempre requieren de mucho esfuerzo y sacrificio.
Demos gracias a todas las personas que están, estuvieron y estarán en nuestras vidas, pues ellas son quienes nos hacen florecer.
La felicidad la debes encontrar dentro de ti.
Aunque no digamos nada, un silencio siempre forma parte de la comunicación, pues es algo que estamos sintiendo.
Sin importar qué hagamos, debemos hacerlo de corazón.
Los fracasos siempre están disfrazados de aprendizajes.
Todas las personas en algún momento han sentido miedo, sin embargo, cada uno decide si cede ante ello; sigue adelante, lucha.
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